PÁNICO A LA INTIMIDAD
Alfonso siempre fue paciente conmigo en el tema de la intimidad sexual, pues era menor de edad y debíamos esperar unos meses para evitar problemas mayores al que ya habíamos experimentado.
En mi niñez tuve dos encuentros con el acoso sexual, el primero ya se los compartí y el segundo marcó mi vida de otra manera que más adelante les contare.
Me resultaba realmente complicado pensar en estar con un hombre en intimidad; creía, con toda justificación, que sus buenas acciones hacia las mujeres eran con el único fin de obtener aquello que podía saciar sus deseos sexuales. Pero algo cambiaba en mi al estar frente a frente con Alfonso, al sentir sus caricias quería seguir probando de sus labios y mi cuerpo fluía en su dirección. Un día por la tarde paso por mi al colegio y fuimos a una de sus casas de renta que estaba deshabitada, al llegar comenzamos a besarnos, al intensificarse los mismos me pregunto si quería seguir; animada por el momento conteste que si, cuando comenzó a desvestirse entre en pánico y me aferre a mis prendas, así me sentía a salvo. en su fallido intento por tocar mi piel desnuda, me miro molesto y refunfuño:
-mírate y mírame, me siento un completo estúpido-
Se levanto, se vistió y me dijo que nos fuéramos, que no deseaba estar mas tiempo ahí.
Me quede sorprendida, confundida y sin poder decir una sola palabra; sabia que hice mal al seguir el juego sin estar segura; pero él había prometido ser paciente y entenderme, todo eso era nuevo para mi, hasta ese momento era muy inocente y no entendía muchas cosas de sexo trataba de omitirlo debido a mis no muy agradables experiencias.
Nos subimos al carro y el manejaba molesto; en el lado del copiloto me encontraba yo, apenada, mirando por la ventana y pensando:
-"debe creer que soy una tonta, una mocosa"
-"quizás después de esto no quiera saber mas de mi"
-"quizás solo buscaba esto de mi y no puedo dárselo, pues no quiso quedarse conmigo si no haríamos nada"
Su mirada fija en el camino expresaba enojo combinado con vergüenza. Me dejo cerca de mi casa y baje sin decir nada, lentamente vi como se alejaba el vehículo hasta desaparecer en la senda. No hablamos en una semana.
Me contacto una martes a las 8:45 en su hr libre:
-¿Ya no me piensas hablar?
Brinque de gusto al leer el texto, aunque en ese tiempo era fácil no hablarnos durante días, inclusive semanas.
-Me hiciste sentir mal, conteste.
Su respuesta no tardo.
-Me sentí un estúpido al verme desnudo frente a ti. Quiero seguir viéndote, seré paciente.....
La historia tomo su curso nuevamente!!!
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